sábado, 5 de febrero de 2011

La expresión del momen to

SIN DUDA, el lector se malicia que la columna de hoy va a versar sobre alguno de los signos cotidianos que nos avisan de la situación de hartazgo mezclado con infinita decepción en que nos debatimos. ¿Sin duda por qué? Desde Descartes en adelante, la civilización occidental se ha fundamentado en la duda como método, en la curiosidad por despejar las incógnitas y establecer -sería más correcto decir intuir- las reglas de obligado cumplimiento que siguen los fenómenos de la naturaleza. Hasta que, de repente, se nos han deshecho las dudas y no hay político, empresario o simple conferenciante que no nos las quite de gope y porrazo por una de esas malversaciones de la lengua en la que caemos sin darnos cuenta.

Dice Griñán, por ejemplo, que el dato del desempleo en enero «no ha sido bueno», pero que todo el empleo perdido «se va a recuperar, sin duda, en los próximos meses». Dios mío, tanta certeza espanta. Si eso mismo llevan diciendo meses...

Dice don Zoido en uno de sus garbeos preelectorales, esta vez por el barrio del Arenal, ante un bache como quien recita el monólogo de Hamlet: «Actuaciones puntuales como ésta, que son urgentes y prioritarias, las que estén en un estado intransitable, sin duda se van a hacer en el próximo mandato». Pues anda que no se ha echado tarea encima el hombre.

Y fuera de Sevilla también, no se vayan a creer que es moda hispalense. Dice la portavoz socialista en el Ayuntamiento de Málaga para meterle el dedo en el ojo al alcalde del PP que la capital de la Costa del Sol es «sin duda, una de las ciudades más sucias de España». Pues será que no ha paseado lo suficiente por Sevilla.

La muletilla se cuela por donde menos se la espera. Dice el Ayuntamiento de Córdoba en una declaración institucional, nada menos, con el pretexto de bautizar la estación de ferrocarriles con el nombre de Luis de Góngora y Argote, proclamado «sin duda, poeta más excelso del Siglo de Oro y de toda nuestra historia literaria». Ahí va eso y que se mueran los feos.

Y hasta la inspectoría salesiana da cuenta de que se han comido la circunscripción de Sevilla integrándola en una llamada Mediterránea bajo estas premisas: «La unificación del territorio, del gobierno y de la gestión de las obras permitirá optimizar, sin duda alguna, el empleo del personal salesiano». Dios lo quiera y don Bosco lo permita.

Ahora sí que no queda ninguna vacilación de que cuanto más insisten en despejarnos las dudas de antemano, más se nos acrecientan. Verbigracia: La columna de hoy tiene poco de infalible, sin duda.

javier.rubio@elmundo.es

4/2/11

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