sábado, 29 de enero de 2011

Realismo en vena, por favor


EN EL MOMENTO de escribir este texto, la venta de entradas en el teatro Lope de Vega para presenciar alguna de las cinco funciones con que la Compañía Nacional de Teatro Clásico obsequia a la ciudad de Sevilla para contemplar su tercera versión de El alcalde de Zalamea es la siguiente: para el estreno, el jueves a las ocho de la tarde, quedan por vender 318 localidades; para el viernes, 183; para la soirée del sábado, 208; para la función de la noche de ese mismo día, 231; y para el domingo, despedida de la compañía, 372 tiques. Es la misma compañía que venía no hace tanto -y llenaba día sí y día no- dos semanas a Sevilla, donde hay -o había- afición y erudición a partes iguales.

Bien, quizá a la luz de lo anterior se entienda mejor el voluntarismo que anima la propuesta del candidato Zoido de crear un ciclo de teatro clásico porque «durante el periodo estival, Sevilla es el mejor escenario para las grandes obras teatrales al aire libre», dentro de su grandilocuente y exagerada propuesta para convertir a la capital de Andalucía en «referente cultural». Será importando espectadores de Tombuctú o de Bucaramanga, porque lo que es de aquí...

El problema no es sólo del aspirante del Partido Popular. El día anterior, el candidato socialista, Juan Espadas, se descolgaba con un abracadabrante uso del monasterio de Santa Clara que debería sonrojar tanto a quien lo propone como a quienes lo consienten después de haber prometido tantas cosas, empezando por el Museo de la Ciudad. El convento es tan valioso en su conjunto, tan grandiosa su estructura que ha permanecido prácticamente invariada desde los tiempos de la conquista de la ciudad, que convertirlo en local de ensayo para bandas de música procesional por mucha escuela taller con que se adorne el muñeco es un uso tan espurio que duelen los oídos. Más si se piensa en lo que van a ensayar las criaturitas soplando la corneta...

Se impone un 'chute' de realismo en vena para los dos candidatos. Por favor, dejen de vender ocurrencias, porque alguno de los dos va a ser el próximo alcalde y entonces se le amontonarán en la mesa del despacho de la Alcaldía Baja las peticiones del oyente que han ido prometiendo en este tiempo.

Que alguien los devuelva a la realidad: una ciudad empobrecida, sin un duro en el bolsillo, que tiene la cultura como un lujo inasequible. Lo que necesitaría Sevilla es más educación y más sensibilidad para el arte. Y eso son muchos años de formación y cultivo. Justo lo que no tienen ninguno de nuestros candidatos que nos quieren alcanzar el cielo sin poner los pies en tierra. Bajemos el nivel, hablemos de política.

javier.rubio@elmundo.es

28/1/11

viernes, 28 de enero de 2011

La jauría humana


MARLON BRANDO hecho un ecce homo en lo alto de la escalera de la comisaría de una pequeña ciudad del sur de Texas, como el único obstáculo que se interpone entre el puñado de paisanos dispuestos a tomarse la justicia por su mano contra el indeseable, Robert Redford, que se ha vuelto a colar en sus apacibles vidas, agazapado en un desguace de coches. Imponente en su debilidad, aturdido por una paliza descomunal, de pie ante la intolerancia, el sheriff con el rostro tumefacto y la camisa ensangrentada es un alegato en favor de la Justicia que emana del Derecho. La película, del mismo título que esta columna, es de 1966, cuando en Hollywood aún latía el corazón demócrata contra la injusticia.

Impresiona la paliza al individuo que acaba de descerrajarle tres tiros en la barriga al detenido que llevaba esposado en las mismas escaleras de la comisaría. Robert Redford, tendido en el suelo, muerto el perro y la rabia que había causado; su asesino, al que Brando le ha partido la cara, queda hecho un guiñapo como ese pueblo ciego de rabia y sediento de venganza. Sus efectos son devastadores: nadie queda a salvo de ese naufragio moral que supone un linchamiento: ni víctimas, ni verdugos.

No debería borrársenos de la memoria esta escena final de 'La jauría humana' si queremos que el juicio por la desaparición y muerte de Marta del Castillo no se lleve también más jirones de integridad moral de los que ya nos hemos dejado como sociedad en este turbio caso.

Si les valiera, algunos incontrolados también aparcarían sus autos a las puertas del juzgado para meterle tres tiros a Miguel Carcaño, a El Cuco, a Samuel Benítez y, ya puestos, al hermano de Carcaño y su novia, a los padres del menor y hasta a los abogados defensores. A todo el que se ponga de parte de la Justicia, no se olvide.

A los únicos a quienes se les puede consentir que digan cualquier barbaridad por dura que nos parezca es a los padres, esas víctimas muertas en vida desde el día en que su hija desapareció. Pero a nadie más. Los demás tenemos que sujetarnos a lo que dicten los jueces, nos guste o no. Eso es lo que nos hace diferentes a ellos, es lo que nos eleva sobre la ignominia de unos criminales desalmados que no sólo acabaron con una muchacha en la flor de la vida, no sólo destrozaron a una familia, no sólo se rieron de la policía, sino que amenazan con revolcarnos a todos por el lodo de la barbarie.

Cada uno puede elegir el papel que quiere representar en este drama. Hace tiempo que algunos -empezando por mi compañero Eduardo del Campo- elegimos el de Marlon Brando, de pie en la escalera.

javier.rubio@elmundo.es

27/1/11

jueves, 27 de enero de 2011

La leche de las cajas

TRANQUILOS, que la leche del título no es ninguna expresión malsonante como la que se oía en el vídeo cateto del alcalde Monteseirín y su delegado de Urbanismo asombrándose en Munich del corte de un tablón de madera. No, la leche a la que se hace referencia es la que iba en el cántaro, con la que se iba a hacer unos quesos que, luego de vendidos en el mercado, darían para comprar otra vaca con la que aumentar la producción y montar una granja que daría para… ¿recuerdan el cuento de la lechera? Pues ya ven dónde ha acabado la leche de las cajas de ahorro: por los suelos.

Hace unos días, en un intercambio de frases al que nos vamos acostumbrando como sucedáneo de la conversación, una vieja amiga sostenía que la caja única de Chaves habría sido la única garantía de contar con poder financiero andaluz en estos momentos. Y apostillaba a medio camino entre retadora y displicente: «¿O no?». La respuesta, como es obvio, estaba encerrada en esa interrogación para nada retórica: O no. Efectivamente, quién sabe dónde acabarán las cajas de ahorros españolas después del ultimátum que el Gobierno les ha lanzado para que cometan seppuku desventrando su capital con la entrada de accionistas privados con el Banco de España ejerciendo de ayudante del suicida presto a cortarles la cabeza en cuanto hagan la señal convenida.

Así que ponerse a estas alturas a dilucidar si Cajasol o Caja de Navarra se van a llevar el gato al agua de Banca Cívica es un ejercicio perfectamente inútil porque pudiera ser que, al cabo de ocho meses, lo que quede de Cajasol, de la CAN y de demás compañeras mártires sea un hermoso cascarón vacío como el que ya es, de hecho, Cajasur: una fundación en la que los encajes de bolillos no los hacen sólo las septuagenarias sino sus gestores para sobrevivir.

Aquí, la única que puede presumir es Unicaja, que viene a ser como esa tía soltera que hay en todas las familias, que de tantos pretendientes que la rondaron con ninguno se casó. Pero entra, sale, viaja, gasta, regala, hace de su capa un sayo y no tiene que darle explicaciones a nadie. Y encima edita libros antológicos de Semana Santa, rescata manuscritos de los Machado y pasea esculturas por la Plaza Nueva. Vaya con Unicaja.

El resto, antes que tarde, va a quedar bajo la tutela de papá Estado o de unos maridos celosísimos de su intimidad como son los accionistas, a los que van a tener que rendir cuentas al céntimo. Al cabo de una década por entero perdida, no queda más que lamentarse por la leche de las cajas derramada.

javier.rubio@elmundo.es

26/1/11

miércoles, 26 de enero de 2011

El genocidio laboral andaluz

PERDONEN LA CITA, pero aun pecando de inmodesto quiero compartir con todos mis lectores lo que escribí el lunes 29 de noviembre bajo el título «Regulaciones bajo sospecha» porque acaba de ponerse de actualidad: «Aquí, lo que está en juego es la credibilidad del sistema entero de expedientes reguladores de empleo. Y eso es más grave de lo que atisbamos a imaginar. Quién puede asegurar, en tales circunstancias, que no se ha usado esa triquiñuela de engordar la lista de beneficiarios de otros expedientes en empresas públicas o semipúblicas para derramar algunos cientos de miles de euros cuyo destino último no se alcanza a ver, sólo a intuir en la densa niebla que rodea al escándalo».

La juez del caso Mercasevilla tiene más motivos que un servidor para poner en duda todos los expedientes de regulación tramitados por la Consejería de Empleo desde 2002 en adelante y ha ampliado la investigación que inició por las golfadas detectadas en la sociedad mixta del mercado central de abastos.

De la pesquisa judicial saldrá lo que tenga que salir, aunque de momento ya hemos encontrado a la misma pobre ama de casa, Carmen Fontela, inscrita en la prejubilación de dos empresas en las que jamás trabajó y cuyas indemnizaciones mensuales alguien cobra por ella. ¿Está dispuesto algún político a poner la mano en el fuego para asegurar que su nombre no figura en ningún otro expediente?

Con casi 700 millones de euros para repartir entre las empresas en crisis, la Junta de Andalucía ha llevado a cabo un concienzudo y metódico genocidio laboral que ha convertido a miles de trabajadores activos en prejubilados pasivos pendientes de conservar lo que tienen gracias a los buenos oficios de unos empresarios apurados por la crisis, unos sindicatos siempre solícitos al pasteleo y una administración pública dispuesta a conseguir la paz laboral a cualquier precio.

Las regulaciones de empleo enmascaran una auténtica cultura de la muerte laboral en la que el mejor trabajador es el trabajador prejubilado. Y a esa cultura de exterminio de millares de puestos de trabajo han contribuido con entusiasmo los patrones, los representantes sindicales y los responsables autonómicos de Empleo en una coyunda tétrica.

¿Cuántos casos más quedan por salir? ¿Cuántos trabajadores habrían salvado su empleo de no estar obsesionados con sacar tajada de unos expedientes llenos de fullerías como ahora se ve? ¿Cuánto talento no hemos desaprovechado para que unos truhanes se llenaran los bolsillos propios y no sabemos los de quiénes mas?

javier.rubio@elmundo.es

25/1/11

martes, 25 de enero de 2011

La sospecha inevitable


La ciudad está hecha de derrotas, jalones construidos a base de lo que pudo haber sido y no fue, porque siempre se abre paso el camino inevitable, esa forma de hacer ciudad a merced de los intereses económicos de los poderosos, que son, no necesariamente por este orden, los dueños del lápiz con el que se pinta el urbanismo y los dueños del dinero con el que ese dibujo se materializa. En el bando de los derrotados, todos nosotros, los ciudadanos que pagan pisos a precios escandalosos, los obreros despedidos o prejubilados de una factoría que se traslada de sitio y hasta la memoria sentimental de la ciudad. Nada importa, todo se sacrifica en el altar de Moloc donde yace la ciudad soñada y de la que emerge, como un zombi, la ciudad inevitable que da título a esta sección.

De vez en cuando, un periodista quisquilloso se solivianta, desahoga su frustración en una página como ésta, se gana el reproche moral de quienes salen ganando y el vacío silencioso de los que salen perdiendo. Y se acabó: una nueva derrota hace ciudad por encima de intereses generales. Llevamos ya tantas...

Ha vuelto a suceder con los suelos de Cruzcampo en Nervión. Antes, ya vimos esta misma operación en los terrenos aledaños al campo del Sevilla cuando trajeron a sir James Stirling como una marioneta con la que distraer la recalificación bárbara de lo que hoy es, en términos arquitectónicos, la birria ramplona del Nervión Plaza. Y después de Stirling, con Ricardo Bofill, al que pasearon como el arquitecto del nuevo Puerto Triana que iba a levantar un «hito arquitectónico» aterrazado y de bajo impacto visual hasta que quitaron a Bofil de en medio y sacaron el rascacielos de la Cartuja. Y volvieron a usar de marioneta a César Pelli para que no se pudiera objetar nada a un proyecto vulgarcito tirando a malo que no aporta nada. Hasta la Universidad de Sevilla se apuntó al truco del arquitecto estelar: la futura biblioteca central que ocupaba suelos verdes recalificados por la vía del ordeno y mando sin mayor justificación que la propia voluntad de los recalificadores llevaría la firma de la arquitecto Zaha Hadid para que nadie pudiera ningún impedimento a una operación desvergonzada.

En los terrenos de Cruzcampo se recurrió a un dream team de la arquitectura internacional compuesto por Arata Isozaki, Jean Nouvel, sir Norman Foster y nuestro Guillermo Vázquez Consuegra para esconder tras el arrobo casi místico que producen sus proyectos la instrumental recalificación de los terrenos y la posterior venta de los mismos a precio de oro con plusvalías de 330 millones de euros para la cervecera nacida sevillana.

Esa recalificación no estaba en el Avance del PGOU, ni ningún grupo de trabajo de los que habían participado en la redacción del documento la había solicitado. El ex presidente de la compañía había mandado una carta al alcalde renunciando a desmantelar la centenaria fábrica y hacer caja con los suelos.

Hasta que las fuerzas del mercado -ése contra el que claman los socialistas- rompió todos los diques: un nuevo presidente de Cruzcampo pidió, también por carta, la recalificación una vez que el PA había desaparecido de la escena del urbanismo sevillano. La primera cifra de suelo residencial que se barajó fue de 40.000 o 50.000 metros cuadrados para viviendas, pero con ese volumen no salían las cuentas.

Intermediarios y comisionistas

Los intermediarios y comisionistas -que lo mismo actúan en el País Vasco que en Brasil- acudieron como las moscas a un panal de miel para engordar los números de la operación, que acabó rondando los 1.000 millones de euros cuando estuviera completa. Con la previsión de vender a precio de 6.000 euros por metro en las viviendas libres, todos fueron añadiendo ceros a la operación: se colaron más del 40% de VPO, se canjeó empleo fabril de Heineken por suelo, se incluyó una torre emblemática de veinte plantas y se trajo a los arquitectos que iban a proyectar, entre la admiración general, un nuevo barrio en Sevilla.

El estallido de la burbuja inmobiliaria hizo el resto. La alavesa Urvasco, que se había hecho con los suelos a precio de oro, tuvo que entregarlos a los bancos que le habían prestado el dinero para la operación a finales de 2009, acuciada por las deudas y la falta de liquidez.

Las ocho cajas de ahorro y un banco que se hicieron dueños del suelo pronto desecharon la idea de unos arquitectos divinos y se centraron en lo que, de verdad, les importa: desarrollar el suelo y sacarlo del inmovilizado del balance. En ésas estamos.

Sevilla se queda sin su barrio de diseño, tras el que se escondía una recalificación de tomo y lomo. Fuera máscaras: las fuerzas del mercado vuelven a ganar. La sospecha de que nos han estafado es inevitable.

javier.rubio@elmundo.es

24/1/11

viernes, 21 de enero de 2011

Alfredo, vente pa' Alemania


EN REALIDAD, esta columna de hoy la podría escribir con más propiedad mi admirado Luis Olivencia, que es muniqués de afición. O mi amigo Klaus, que lo es de nación. Incluso André podría agavillar estas ideas, aunque sea hanseático de la parte de la ciudad libre de Hamburgo y mire a los bávaros con el aire displicente que se dan los de Norte, los de todos los nortes con los del Sur.

Reconozco mi debilidad por la capital de Baviera desde los Juegos Olímpicos de 1972, cuando uno era un crío que soñaba con emular a Mark Spitz (en el bigote nos parecemos) y aquel sueño lo destrozaron los terroristas palestinos con la masacre de atletas judíos que martirizó la ciudad como no lo había hecho la Segunda Guerra Mundial. Luego, cuando se pisa la Marienplatz y se pasea sin prisas por la Maximilianstrasse se hace uno cuenta cabal de lo que es una gran ciudad: poderío económico, claro, pero también educación y respeto cívicos.

El alcalde Monteseirín está en Munich. Por lo visto, descubrió que le faltaba esa chincheta en el mapa de los viajes de su mandato, y allá que se ha encajado. La excusa se la proporcionado la madera que se trata en Finnforest Merk, la empresa que se está poniendo las botas sirviendo los tablones tratados para construir las setas de la Encarnación.

El Ayuntamiento ha emitido una nota en la que deja sentado que a Monteseirín lo ha invitado la empresa de las maderas, no vaya a creer ningún malpensado que el desplazamiento se lo vamos a pagar nosotros. ¡Qué va! ¿Viajar a costa del contribuyente? No, eso es impropio de don Alfredo, a quien en la fábrica del maderamen esperaban con inquietud:

-Y este hombre, que se va a despedir del cargo y no viene a vernos, con lo buen cliente nuestro que es...

La factoría era un sinvivir porque no iba a Munich. Un día y otro venga a llamar a Sevilla, a ver si lo convencían:

-Don Alfredo, no se haga más de rogar, que en el departamento comercial quieren darle un pequeño homenaje al alcalde que más ha hecho por nosotros.

Y allá que se ha ido, aprovechando que tenía que presentar su campañita de despedida Sevilla se ve en el Instituto Cervantes de Berlín. A los alemanes ha ido a venderles la factoría de Airbus Military y la esclusa del puerto. Qué pena que no tenga tiempo para acercarse a Magdeburgo, a observar in situ el mayor canal artificial del mundo que cruza sobre el río Elba. Mira que ir a a Alemania a presumir de ingeniería...

Si algo tienen los alemanes, es sentido del ridículo. A ver si se le pega algo...

javier.rubio@elmundo.es

20/1/11

jueves, 20 de enero de 2011

Arquitectura de copia y pega

A SANTIAGO CALATRAVA, un tipo tan pagado de sí mismo que descuella en el mundo de los egos hipertrofiados del star-system de la arquitectura internacional, andan buscándole las cosquillas a cuenta de un encargo directo del Govern balear en tiempos del PP en abril de 2007, por el que sospechan que se pagaron comisiones. Al menos, eso es lo que cree el juez instructor del 'caso Palma Arena', que lo ha llamado a declarar por qué cobró 1,2 millones de euros por el anteproyecto de un palacio de la ópera en la bahía de Palma con el que el iluminado de Jaume Matas quería emular a Sydney.

No es sólo el juez el que anda levantándole las alfombras del estudio al arquitecto e ingeniero, sino que la Hacienda española también está detrás de él por prevaricación, malversación y fraude ya que las facturas con que cobró estaban tan detalladas como las que le da el fontanero que va a su casa a arreglar la cisterna. En fin, un mal día lo tiene cualquiera.

Lo mejor del caso es que los peritos de Hacienda sostienen que Calatrava se limitó a presentar el mismo anteproyecto que había ideado en 1989 para el lago Lucerna en la ciudad suiza de Zurich. Como aquello no salió adelante, el afamado arquitecto lo volvió a presentar a ver si esta vez colaba, pero Matas perdió aquellas elecciones, se le vino abajo el tinglado y ahí anda, enredado en los juzgados. La ópera de Palma dio el cante y no se ha vuelto a saber nada de ella en las revistas de arquitectura, sino en las noticias de tribunales.

De siempre, uno había confiado en los sabuesos de Hacienda que un año me hicieron una paralela para corregirme a mi favor no sé si eran 3.700 o 4.700 pesetas. Así se las gastan, con aquellas sábanas enormes donde te rehacían los cálculos sin error posible. Pero esto de que los tíos se dediquen a comparar proyectos arquitectónicos, me los acaba de poner en un pedestal.

Oh, como se dieran una vuelta por aquí, la que iban a formar esos peritos con el rascacielos de César Pelli, por ejemplo, que va colocando el mismo proyecto allí donde se lo piden: en Bilbao, en México, en Tenerife o en Sevilla, qué más da. Por si las moscas, el arquitecto argentino se olvidó de firmar su proyecto de aquí, todo un detalle por si las cosas se ponen feas. ¿Y las setas de la Encarnación? ¡Ay como esos probos funcionarios dieran con la gasolinera que copió Jürgen Mayer para vendernos la moto averiada del Metropol-Paranada! Hacienda, por favor, sálvanos de la arquitectura de copia y pega.

javier.rubio@elmundo.es

19/1/11

miércoles, 19 de enero de 2011

Analfabetismo religioso

LOS CATÓLICOS NO deberían dejarse escandalizar por la foto de Txelis recibiendo la comunión en la parroquia de San Ignacio de Loyola -precisamente, del santo de Azpeitia que antes fue soldado de un regimiento del Rey y después general de la compañía de Jesús- de San Sebastián, sino por la poca cultura religiosa que demuestran personas a las que se les supone formación.

Vaya de entrada que se puede ser creyente, agnóstico o ateo, pero lo que no se puede ser es analfabeto religioso por usar la expresión que ha hecho fortuna en los aledaños de Heliópolis. Gordillo ha respondido como debía, que una cosa es no saber cómo se mueve el mercado de fichajes, con sus tiburones dando dentelladas y sus comisionistas dando bocados, y otra bien distinta es no conocer la vergüenza.

El etarra Txelis es la puesta al día de la parábola del hijo pródigo tan clarita de entender. ¿No dice el Evangelio que hay más regocijo en el cielo por un pecador arrepentido que por cien justos? El perdón de Dios, esa expresión tan popular, es algo tan alto y tan personal que no somos los demás quiénes para inmiscuirnos en la conciencia del prójimo, aunque sea un tipo bajo cuyas órdenes se cometieron 200 asesinatos. A lo más que podemos aspirar es al perdón de los hombres, que se sustancia en la condena penal impuesta por un juez por delitos probados.

Esta confusión de planos es más frecuente de lo que parece. Y no beneficia en nada ni a los creyentes ni a la Justicia. Digamos que cada carril discurre sin rozarse con el otro y ya depende de la geometría de creencias propias que se considere que esas paralelas se cortan en la Eternidad del Infinito o jamás lo harán.

Por eso, cada vez que se examina una cuestión religiosa desde la óptica jurídica, se corre el riesgo de caer en errores de bulto. Es lo que le acaba de suceder a la juez que ha dado carpetazo a la denuncia por la campaña contra el sida de Juventudes Socialistas que presentaba un condón como una hostia.

Los católicos no deberían escandalizarse por el sobreseimiento, sino por la pifia teológica de su señoría cuando dice que «si importante es para un cristiano practicante recibir el cuerpo de Cristo a través de la hostia consagrada, igual de relevante es para la lucha contra el VIH el uso del preservativo». ¿Lo ven? El cuerpo de Cristo, no bajo las especies del pan y el vino, sino a través de la hostia. ¡En la ciudad que ha hecho del Corpus Christi una de sus señas de identidad! ¡Y pensar que media Europa guerreó contra la otra mitad por la doctrina de la transubstanciación para llegar a esto!

javier.rubio@elmundo.es

18/1/11

martes, 18 de enero de 2011

Canal Sevilla-Bonanza II

El culebrón del dragado del Guadalquivir para aumentar la profundidad del cauce y que buques de mayor calado puedan remontar el río hasta el puerto fluvial de Sevilla lleva camino de convertirse en una reedición del nonato canal de Sevilla a Bonanza en el que el tardofranquismo cifró todas las posibilidades de desarrollo económico de la capital andaluza durante décadas.

Puede que, de hecho, el dragado se haya convertido ya en un nuevo proyecto irrealizable como aquel canal navegable que iba a servir para convertir al único puerto interior de España en cabecera de la modernidad. Sevilla lleva oyendo hablar del dragado del Guadalquivir más de una década. Se han evacuado informes, se han dirimido cuestiones técnicas, se han alzado voces a favor y en contra, pero no se ha sacado ni una pala de limo del fondo del río hasta hoy.

El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino prescribió el viernes pasado a la Autoridad Portuaria que el dragado del río tiene que contar con el visto bueno del Consejo de Participación del Entorno Natural de Doñana para luego volver al departamento ministerial de Rosa Aguilar para la autorización definitiva hechas todas las salvedades incluidas en la declaración de impacto ambiental de 2003 y el reciente informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es decir, dragar lo mínimo indispensable, regenerar el estuario y prevenir la erosión de las márgenes. En tales circunstancias, ¿merece la pena meterse en faena?

La cuestión reúne suficientes controversias científicas cuya consideración no cabría en esta página. Lo que sí cabe examinar es la actitud que está manteniendo la Autoridad Portuaria en torno a una labor crucial como es la excavación del cauce fluvial si se quiere que toquen puerto barcos de mayor tamaño que los actuales… ahora que la manga ya no es inconveniente porque se ha ampliado la esclusa. Y ahí justamente es donde se transparenta el título de esta sección, porque la nueva compuerta de acceso al río urbano, con una inversión de 170 millones de euros, es ahora la gran justificación para hacer el dragado inevitable.

Durante mucho tiempo, dragado y nueva esclusa fueron de la mano. La una no tenía sentido sin el otro. Hasta que la oportunidad política separó las dos obras hidráulicas claves en el puerto de Sevilla del siglo XXI. La esclusa ha entrado en uso, pero el dragado sigue literalmente enfangado en la marisma: arroceros y ecologistas se echan las manos a la cabeza porque la 'autopista fluvial' afectaría a los cultivos y al inestable equilibrio de la vida natural del estuario.

Un nuevo estadio olímpico

Sólo que ahora está en servicio la esclusa de 170 millones de euros, que sin el dragado se convertiría en un nuevo estadio olímpico de la Cartuja, una de esas obras colosales que Sevilla levanta cada quince años sin tener asegurado el uso que se les va a dar. ¿Por qué no se esperó a hacer la compuerta cuando estuviera resuelto el dragado? ¿O lo que se intenta es presionar por la vía de los hechos consumados?

La argumentación del presidente de la Autoridad Portuaria, Manuel Fernández, de que el dragado es vital si se quiere evitar episodios como las inundaciones de Écija no es de recibo en alguien, no de su valía profesional, pero sí de su experiencia en un cargo tan principal y tan bien remunerado.

Aludir a los cadáveres de animales muertos en un cauce por el que suben o bajan, grosso modo, cinco millones de toneladas al año es una ridiculez como si se pudiera comparar un río con más de cien metros de orilla a orilla con una tubería de un metro de diámetro que una vaca hinchada pudiera obturar. Aparte de que todos los informes destacan que lo que necesita el estuario y sus marismas asociadas son más inundaciones y no menos.

El asunto es suficientemente delicado y tiene suficientes aristas como para no caer en esas simplificaciones de barra de bar. El puerto volverá a convertirse en el argumento de la campaña electoral, como cada cuatro años: se magnificarán sus potencialidades, se esconderán sus limitaciones y todos los candidatos apelarán a que el río debe convertirse en motor de la economía sevillana. Es lo que tiene la retórica electoral.

Por eso sería de agradecer que no se echara mano del recurso a los cruceros turísticos para justificar una obra de tal envergadura: no merece la pena poner en riesgo el humedal de mayor valor ecológico del sur de Europa para que quinientos o mil turistas remonten cada vez el Guadalquivir rumbo a Sevilla. Sencillamente, para ese viaje no hacen falta unas alforjas tan caras.

javier.rubio@elmundo.es

17/1/11

domingo, 16 de enero de 2011

En Barcelona, sí; aquí, no

SE LO ESCUCHÉ la otra mañana en el programa de Carlos Herrera a Joaquim Nadal, que se ha convertido en el hombre fuerte del PSC en el Parlament de Cataluña, a propósito de las primarias que los socialistas van a dirimir para tratar de salvar los muebles en las elecciones municipales de Barcelona: «No hay nada peor que cuando las cosas van mal, que éstas no se muevan, que se produzca un enquistamiento». Y qué mejor zamarreón que convocar a la militancia para que opine y exprese nítidamente sus preferencias por uno de los dos candidatos que se van a disputar encabezar el cartel electoral en mayo.

El alcalde Jordi Hereu se las va a ver con Montserrat Tura, consellera de Justicia hasta el cambio de gobierno en Cataluña, a pesar de que la norma del PSOE -que no es lo mismo que la del PSC, claro- es que no se convocan primarias allí donde se está en la Alcaldía. En el PSOE-A de Pepe Griñán -que no es lo mismo que el PSOE, claro también- la norma ha sido que no se convocan primarias en ningún sitio y sanseacabó, no fuera a ser que se las plantearan a él mismo. Tal vez ello explique que en el acto de presentación del candidato Espadas no tuviera rubor ninguno en robarle protagonismo y aparecer él mismo como el aspirante deseoso de recibir el refrendo de la militancia, el aplauso de los fieles y el aliento de los incondicionales.

Vuelvo a Nadal y al riesgo cierto de enquistamiento que observaba en su partido. Cualquiera que esté mínimamente atento a lo que sucede con el PSOE sevillano coincidirá en que el gran partido tanto tiempo hegemónico en la provincia se encuentra en ese delicado trance. Llenar el auditorio de Fibes a base de acarrear pensionistas septuagenarios de las agrupaciones locales puede servir para calmar la ansiedad de tener que enseñar músculo para confirmar la supremacía, pero en el fondo lo que hace es acentuarla.

El ambiente que trasminaba el palacio de congresos el lunes por la noche debía de parecerse mucho al de los asediados resistentes del Álamo, haciendo acopio de toda la munición a mano y recurriendo a todos los hombres útiles para empuñar un arma con la que defender el bastión. Sí, el candidato es nuevo, pero en su discurso y en su actitud latía la defensa de todo lo bueno (y también lo malo, ése es su pecado original) que han hecho los socialistas.

Está por ver quién lleva razón. Si el inmovilismo sevillano o el meneo barcelonés. Puede que, a la postre, ninguna medicina surta efecto cuando la metástasis del derrotismo hace tiempo que minó el cuerpo electoral socialista.

javier.rubio@elmundo.es

14/1/11

viernes, 14 de enero de 2011

No te muevas de tu barrio

NO HACE tanto tiempo, el encomio de las bondades de una vivienda ineludiblemente hacía referencia a dos cosas: a lo bien comunicada que estaba con el centro de la ciudad y a la oferta comercial y de ocio de la zona donde radicaba. Irse a vivir a Triana, por ejemplo, siempre fue andarse por los arrabales, con el río por medio para llegar a Sevilla. Al cabo de los años, los trianeros experimentaron algo parecido al exilio cuando las riadas y la salubridad general de los corrales se los llevaron a manojitos al Polígono de San Pablo. Aquello sí que estaba retirado.

Pero ya fuera en las casitas de la Dársena o en los bloques de Antioquía, la referencia seguía siendo el centro comercial de la ciudad y su variada oferta de tiendas, teatros y cines para todos los bolsillos y todos los gustos. Y el sistema viario de la ciudad estaba enfocado para que de los barrios distantes se pudiera llegar con comodidad al casco antiguo.

Todo aquello empezó a cambiar con el empeño andalucista del «Barrio a barrio» con marcada tentación electoralista. De aquella época son las bolsas de plástico con el eslogan más reaccionario y dirigista que se recuerda: «Compra en tu barrio». Luego llegó el remate con el discurso de la policentralidad del que alguna vez habló Monteseirín y que ahora parece que nunca existió. Y ahí se fraguó el proteccionismo de barrio en el que andan nuestros políticos locales, a un paso de reinstaurar los almojarifazgos y alcabalas para obligar a todo el mundo a comprar en la tiendecita de al lado de su casa por narices.

Izquierda Unida, que siente predilección por meterse en la vida privada de los ciudadanos, ha puesto en marcha una campaña bajo el eslogan «Tu barrio, tu centro de compras» con la que quiere congraciarse con los tenderos y, de paso, reducir la tendencia de «compra excesiva» en las grandes superficies, que ni crean empleo, ni pagan impuestos, ni generan riqueza en la ciudad, ni nada de nada.

Todo obedece a una estrategia calculada al milímetro: una vez que se dificulta la llegada al centro, se promueve una campaña que desincentiva el desplazamiento para hacer la compra so pretexto de la defensa del comercio tradicional, al que le han dado la puntilla.

El siguiente paso es la desarticulación de la ciudad como una entidad unitaria, descoyuntada en once reinecitos de taifas llamados distritos con su virrey y su pleno en miniatura costeado con cargo al bolsillo del contribuyente. Exactamente como esas bolsas cutres en las que llaman «mercado» a lo que toda la vida de Dios le hemos dicho «plaza». ¿Por qué no dejan que gastemos nuestro dinero donde nos dé la gana?

javier.rubio@elmundo.es

13/1/11

jueves, 13 de enero de 2011

Heráclito se baña en el Betis

CUÁNTA AGUA habrá pasado bajo los puentes desde que Alejandro Rojas Marcos se presentó en la campaña electoral con aquella idea tan sugerente de convertir el Guadalquivir en la calle principal de Sevilla. Aún tengo frescas en la memoria aquellas postales con el trazado del viejo Río Grande de los árabes pintado en rojo tal como discurre, de norte a sur, como el contorno de un corazón. Corría el año 1987 y todavía no se había puesto en marcha la campaña del «Amo Sevilla». Veintipico años después, seguimos en la misma zapata del puente.

Antes de esa fecha, ya se había producido la primera intentona municipal para recuperar la margen izquierda de la dársena entre los puentes de San Telmo y del entonces Generalísimo. Los socialistas gobernantes, con Beneroso al frente del Urbanismo y Del Valle de alcalde, habían buscado ideas para construir un waterfront inspirándose en el de Londres en la fachada de Battersea al Támesis. Aquello se quedó en Costa Delicias, que eran unos chiringuitos para cubatear en verano.

El candidato socialista, Juan Espadas, ha rescatado el río como arteria principal de la ciudad. O, al menos, eso se deduce de su trastabillada intervención del lunes en Fibes: propone «impulso a la actividad turística a través de nuevos aprovechamientos del río» para el Casco Antiguo; «zona de actividades fluviales recreativas y de ocio en la dársena» para el distrito Macarena; y «desarrollo de actividades náuticas mediante la instalación de un nuevo puerto deportivo» para Los Remedios.

Imagino que Alfonso Guerra se removería en su asiento en el auditorio del palacio de congresos. Porque la historia del puerto deportivo es de 1988, cuando el difunto Manolo Prado y Colón de Carvajal desembarcó en Sevilla como émulo de su antepasado, el Almirante de la Mar Océana, para hacer las Indias. El proyecto Marina de Sevilla preveía enajenar el frente fluvial del cauce histórico de los Gordales para instalar allí un puerto deportivo de lujo y un hotel con el nombre de Juan Carlos I. Guerra se cargó el invento en el consejillo de subsecretarios impidiendo a Patrimonio autorizar la operación.

De aquello va para un cuarto de siglo. Y todavía seguimos en las mismas, dándole vueltas al río. El que no quiere poner un bus fluvial (Zoido o Torrijos), quiere construir un distrito financiero (Monteseirín) o hacer una playa urbana (Rojas Marcos), pero a la postre nada cobra cuerpo como si la ciudad fuera incapaz de modelar los resbalosos y escurridizos limos de la orilla del Padre Betis. Heráclito podría haberse bañado dos veces o más en el río que nos lleva.

javier.rubio@elmundo.es

12/1/11

miércoles, 12 de enero de 2011

Epifanía de Guerra

SE PRESENTÓ el candidato Espadas en Fibes -que son ganas de mentar la bicha de la ampliación aún inconclusa- en un auditorio festoneado para la ocasión con sus furgones policiales a la entrada, medio centenar de funcionarios pitando, abucheando a los invitados y coreando eslóganes tan mordaces como «La mujer de Espadas es una enchufada», catorce autobuses en los que se había acercado a la militancia de las agrupaciones locales para llenar de sobra el aforo de mil plazas y una quincena de coches oficiales de alta gama que parecían aparcados para un anuncio ante las cascadas en funcionamiento del palacio de congresos.

Se presentó Espadas, pero quien se llevó la ovación de la tarde fue Alfonso Guerra, el candidato imposible, que fue capaz de sintetizar en cuarenta segundos la charleta desestructurada y reiterativa que Griñán y Espadas venían hilvanando en un pretendido repaso a las ideas fuerza del programa electoral. Guerra, al que le habían grabado un canutazo a la entrada del acto, fue capaz de enardecer al respetable con uno de esos quites por chicuelinas que tan bien se le dan: «Unos se ocuparían sólo de las tradiciones y otros querrían cargarse las tradiciones», dijo centrando el toro. Desmonterado, recibió en pie la ovación del público. Fue su epifanía en vez la de Espadas, a quien le habían regalado un vídeo de flamenquito con todos los tópicos del sevillanismo -«tus calles son trozos de cielo», pero cuidado con pisar donde no se debe- que la charleta con Griñán parecía combatir a base de remontarse al campus de excelencia universitaria, el cordón umbilical de un recién nacido que sirvió para curar a su hermanito y otros logros de tinte progresista resumidos en el lema del presidente andaluz: «La educación es la patria del socialismo».

Pero el ambiente estaba frío, porque el discurso del candidato no conectaba con nadie por más guiños que hacía a los líderes de las asociaciones vecinales presentes. Se dio un paseo virtual a trompicones por los barrios prometiendo parques infantiles, terminales de crucero y mucho liderazgo cooperativo, economía de escala, capitalidad metropolitana y ocio productivo que él sabrá lo que es, si hacer crucigramas o escuchar el adagio de la Quinta de Mahler, en homenaje al Guerra, que le había puesto en suerte el morlaco para que entrara a matar.

Y el candidato entró a matar. Asumió la herencia envenenada de Alfredo, miró de reojo dos veces a Zoido y concretó su única promesa del día: un campo de fútbol como se merece la Unión Deportiva Bellavista. Grandes aplausos y de vuelta al autobús.

javier.rubio@elmundo.es

11/1/11

Lo indispensable y lo prescindible

El candidato socialista Juan Espadas da hoy el pistoletazo de salida a la carrera electoral con su presentación en sociedad por todo lo alto, aplazada a finales de noviembre. Mes y medio después, la contienda por el sillón de la Alcaldía recobra su pulso con los tres contendientes en liza y cuatro apasionantes meses por delante en los que nadie sabe qué va a ocurrir.

Al debate eminentemente local de unas municipales, se van a superponer inexorablemente las circunstancias económicas del país. Es verdad que la situación de los mercados de deuda se iba a poner difícil en este primer trimestre del año, pero la sorpresa es que el ataque de los especuladores y de los acreedores se haya iniciado tan pronto como se han recogido los 57.000 kilos de desperdicios (la mayoría, caramelos tirados al suelo consciente y deliberadamente) de la treintena de cabalgatas de Reyes Magos que se han paseado por Sevilla.

En el momento en que Portugal tire la toalla y se acoja a alguna fórmula de intervención conómica, España se quedaría sin más cortafuegos a la espera de que las medidas impopulares que tiene que tomar el Gobierno basten para saciar el hambre de los mercados.

Llegados a este punto, el lector puede preguntarse qué puede importar que Zapatero se vea desautorizado y el país entregado a una suerte de protectorado económico que lleve a cabo el ajuste necesario para seguir sobreviviendo en el concierto de naciones y, de paso, salve el euro. Y más aun, el lector puede interesarse de qué manera ese paisaje ciertamente desolador puede afectar a Sevilla.

No seamos tan presuntuosos como para pensar que el mundo gira alrededor de nosotros: una ciudad medianita capital de una región en la cola de las estadísticas europeas en un país de la periferia en grave riesgo de irse al garete. Eso es Sevilla hoy por hoy.

Pero qué duda cabe que lo que suceda con la economía española tendrá su correlato en la política local durante estos cuatro meses y medio que faltan hasta el día 22 de mayo. Por lo pronto, la ciudad recibe el año 2011 sin presupuestos aprobados en tiempo y forma, lo que viene siendo una constante de la coalición de gobierno PSOE-IU. Y es más que probable que la prórroga de los presupuestos vigentes de 2010 se alargue, como otros años, hasta bien entrada la primavera.

En realidad, poco importa prorrogar la ordenanza de presupuestos del año pasado o aprobar unos nuevos con el escasísimo margen de maniobra que le queda al Ayuntamiento después de pagar a su personal y transferir las cantidades millonarias que demandan las empresas municipales para no verse abocadas a su extinción societaria. Simplemente, no hay nada que invertir, sólo gestionar las nóminas y pelotear las letras que giren unos proveedores a los que se paga tarde y mal.

Este panorama de la hacienda local sevillana tiene su traducción en la carrera electoral: no habrá dinero para prometer nada, a menos que se imponga un severo ajuste de costes de personal que, sinceramente, ningún político en su sano juicio va a anunciar jamás.

Así que en vista de que no hay harina que moler, los candidatos locales podrían empezar por ponerse de acuerdo en cuáles son los servicios públicos básicos en los que no se puede escatimar. Por si no lo tienen pensado, ahí va un sucinto guión de lo indispensable: seguridad ciudadana, conservación de colegios, ayuda domiciliaria, limpieza viaria y transporte colectivo. El resto queda a merced de las promesas electorales y la habilidad de las autoridades para conseguir ingresos extraordinarios con los que financiar inversiones o mejoras.

Y todo lo demás debería someterse al escrutinio de la eficacia en el gasto, la eficiencia en la gestión del dinero público y la necesidad de contraerlo. ¿Cumple alguno de estos requisitos la campaña de propaganda que ha anunciado el alcalde Monteseirín como regalo de despedida? En absoluto. Luego, convendría empezar por ahí y luego, examinar una por una todas las partidas presupuestarias hasta completar el mapa de lo indispensable y de lo prescindible.

No hay más cera de la que arde. Y puede que haya menos todavía si finalmente el país tiene que echarse en brazos de sus salvadores foráneos. Convendría que, entre todos, ahora que se avecina una endiablada campaña electoral de cuatro meses, fuéramos capaces de discutir dónde se puede ahorrar hasta el último céntimo y dónde se debe mantener o, incluso si es posible, incrementar el gasto.

Porque si no lo hacemos y nos dedicamos a discutir del traslado de la Feria de Abril o la expropiación de Tablada como irresponsablemente hemos hecho los últimos diez años, alguien acabará decidiendo por nosotros qué es lo que se puede mantener y lo que no. Y no habrá vuelta de hoja, ni para Zoido, ni para Espadas, ni para Torrijos.

javier.rubio@elmundo.es

10/1/11

Sevilla se ve a la legua

LA EXPOSICIÓN DE ESTRENOS es tan antigua como las cofradías. Se abría el salón Colón -más tarde, la sala de la Caja San Fernando- y cada hermandad exhibía lo nuevo que tenía para ese año. De ahí saltó a la política cada vez que se acercaban unas elecciones municipales y el alcalde de turno -se presentara o no a la reelección- expone las novedades de su mandato en una exposición abierta al público. Monteseirín también lo va a hacer, faltaría más.

El alcalde en retirada ha anunciado una muestra en la nave del Barranco con los grandes hitos de sus doce años al frente de la Alcaldía. Él se cree que eso es el novamás del marketing electoral, pero en realidad, es más antiguo que el hilo negro. ¡Si será antiguo, que eso mismo y en el mismo sitio hizo Manuel del Valle cuando las elecciones de 1991!

'Sevilla se ve' es el eslogan de la campaña en que se va a gastar de una tacada el 70 por 100 de todo el presupuesto de publicidad municipal del año 2010 para que Sevilla logre «venderse como ciudad» en sitios tan imprescindibles como Madrid, Milán o Nueva York. Esto sí que es nuevo, porque antes las ínfulas no daban para tanto como para llegar a la ciudad de los rascacielos con una promoción internacional, pero ya se sabe que desde que se presentó una botella de agua aromatizada en la Gran Manzana para que a un sujeto le saliera gratis el avión para correr el maratón entre Brooklyn y Manhattan, le tienen querencia a NYC.

Desgraciadamente, Sevilla se ve… a la legua. El escándalo de Mercasevilla, por ejemplo, ha dado para varios minutos de telediario en las principales cadenas televisivas nacionales. El de las facturas falsas sirvió para que el resto de los españoles se percataran de cómo se venían haciendo las cosas en el Ayuntamiento de Monteseirín. Y el episodio del veto al homenaje a Agustín de Foxá retrató el sectarismo y la cortedad ideológica de miras con que se maneja la coalición PSOE-IU gobernante en la capital de Andalucía.

Esa es la realidad que ha emanado de Sevilla en los últimos tiempos: corrupción, sectarismo, fullerías políticas… y despilfarro. Esa es la tarjeta de presentación de Sevilla, hoy por hoy. Y eso no hay campaña de imagen que lo borre por muchos duros que se vayan a gastar en lavar una gestión negra se mire por donde se mire. ¡Si hasta el propio PSOE tiene la ciudad entre las plazas críticas y decisivas donde se juega las elecciones de mayo! Sevilla se ve. Enseguida. Lo que se les ve es el plumero del juego sucio, que es en lo único en que son catedráticos.

javier.rubio@elmundo.es

07/1/11

Que no se entere la Merkel

LO MEJOR QUE tuvo la cabalgata de Reyes Magos de ayer es que pasó en tres cuartos de hora. Total, como ya la habíamos visto el año pasado, y el anterior, y el anterior del anterior… se agradecía que fuera tan rápida: algo bueno tenía que tener. Bueno, eso y que por fin se jubilaron las abuelas de la carroza aquella de la tercera edad que daba penita verlas tirando los caramelos de uno en uno.

Por lo demás, la sensación de déjà vu acompañaba el cortejo desde la cruz al preste -huy, perdón, del coche de Protección Civil al autobús escoba de Casal-, como si ya se hubiera visto pasar antes con las mismas carrozas remozadas o directamente repintadas para disimular que no las cambian desde hace un lustro, por lo menos. Cabalgata de recuelo, como aquellos cafés de la posguerra que se obtenían de la segunda infusión de los posos sobrantes de la primera presión.

La cabalgata del Ateneo ha conseguido situarse en el olimpo de lo clásico: la carroza de las Crónicas de Narnia no podía ser más actual, con la cuarta entrega de la serie cinematográfica estrenándose en la cartelera navideña por estas fechas. Quién iba a reparar que la saga lleva cinco años justos en los cines de medio mundo. Y los lumpa-lumpa de la fábrica de chocolate Wonka de Charlie se van a salvar porque Zapatero ha impuesto la jubilación a los 67, que si no, ya estaban fuera de la carroza. ¡Qué sería del Ateneo sin Tim Burton, el cineasta autor de Pesadilla antes de Navidad!

Es de suponer que este año los responsables del Ateneo no promuevan la votación para indultar una carroza del cortejo, porque de hecho todas las que salieron ayer a la calle ya las había indultado la crisis o, mejor dicho, el aprovechamiento en beneficio propio que el Ateneo hace del dinero que le saca a la cabalgata.

Pero en fin, como pasaba ligerita y sin parones, no hacía frío y no había ni rastro de la anunciada lluvia, pues la cosa se sobrellevaba con entereza: los beduinos a caballo achuchaban a la infantería beduina y la Virgen María parecía que la iban a fichar en una versión de Jesucristo Superstar de lo que se movía, braceaba, tocaba el silbato y bailaba en lo alto de la carroza del nacimiento.

Todo como siempre, incluida la plasta de caramelos aplastados en el suelo que las barredoras 502 y 503 de Lipasam se esforzaban en despegar y limpiar nada más acabar de pasar el cortejo. Con la que tenemos encima, como se entere la Merkel de que se han tirado 50 toneladas de caramelos, nos interviene hasta la cabalgata. ¿Mira que si nos hace un favor?

javier.rubio@elmundo.es

06/1/11

Que subasten los tronos

EL DATO de la población reclusa entre los reyes magos de la cabalgata del Ateneo que se ofrecía ayer a los lectores no lo supera ni el Bronx en sus años chungos, porque es bien sabido que los índices de criminalidad en las grandes ciudades norteamericanas han caído una enormidad en los últimos tiempos y ya no es plan de seguir achacándolo al aborto de los hijos no queridos como hicieron los freakonomics Levitt y Dubner.

Un 33 por 1.000 de reyes magos enchironados es una estadística aterradora, que pone los pelos de punta: una de dos, o el Ateneo se equivoca mucho o los reyes se pasan a las filas del mal aprovechando para sus delitos los guantes blancos del traje. Menos los de Baltasar, que son negros, los guantes, no los delitos.

Si a los que han dormido en el calabozo se les suma los que andan en pleitos, entonces la cifra que sale es como para salir corriendo antes de que el rey de turno te dé un abrazo, con la cartera bien vigilada.

Y si la estadística se engrosa con los empresarios que han pegado el barquinazo o han acabado vendiendo lo suyo y viviendo de las rentas, entonces… la que sale retratada es Sevilla en esencia: una ciudad que vive de las apariencias pero con unos cimientos tan endeblitos que al primer arechuchón se le viene abajo el tinglado.

Quizá lo que falle sea el sistema de elección. Como está pensado para alimentar la vanidad de quien se siente llamado a tan alta función representativa una tarde al año, se propicia este mercadeo por lo bajini para que nadie se entere de que Fulano está tieso y no tiene con qué comprar los caramelos, para que Mengano cierre un trato desde lo alto de la carroza fardando de lo que no tiene o para que Zutano no se sienta herido en su amor propio porque sólo le concedieron la corona de Gaspar cuando a su enemigo íntimo Perengano le brindaron en bandeja la de Baltasar, figúrense que distingos hacen.

Así que lo que procede es abrir ventanas, encender los focos y que se subasten los tronos de los reyes magos. A ser posible, en Internet, en una conocida casa de pujas, para que todos viéramos la importancia que cada cual le concede a tan alto honor. Menudas sorpresas íbamos a llevarnos.

Si no se quiere hacer eso, entonces lo que procede es profesionalizar la cabalgata, dejarla en manos de un grupo de animación callejera y quitarle el tufo a sacristía y a casa de hermandad -con sus rencillas, sus malquerencias y sus puñaladas por la espalda- que la está matando. Eso o hacer apuestas sobre quién será el próximo rey mago en dormir a la sombra.

javier.rubio@elmundo.es

05/1/11

Indicadores navideños

¿A QUE RECIBIÓ usted menos mensajes SMS en su teléfono celular la pasada Nochevieja? Bueno, y de los que envió, ya ni hablamos: al jefe de la oficina, por quedar bien; al primo sordo que nunca se entera de que lo están llamando; y a ese amigo inasequible al desaliento que sigue felicitando el Año Nuevo a las 8.30 de la mañana del día 31. Y ese último no cuenta, porque fue devolución de mensaje. Ah, qué tiempos aquellos en que te llegaban aquellas retahílas a cual más borde o más malage o más larga, hala y venga a reenviar, a todos los contactos de la agenda… y al resto de comensales para compartir la gracia… Pero eso se acabó.

Vamos que si se acabó. ¿Y los anuncios de turrones? ¿Dónde han ido a parar? ¡El lobo, qué buen turrón! Joé, pues lo habrán matado en una batida porque no hay rastro del lobo ni del que lo cazó. Y quien dice turrones, dice mazapanes o mantecados. Nada. Cómo será la cosa que el Papá Noel se ha quedado con tres pares… de gafas.

Hay más indicadores de la tiesura navideña, no se crean. Vamos a ver, el día de Año Nuevo, cómo estaba su calle de sucia. Porque aquí si no se ensucia parece que no estamos contentos. Pero, bueno, vale también. Seguro que hay algún economista indio o chino residente en los Estados Unidos que está dándole vueltas a la relación inversamente proporcional entre los metros de serpentinas tirados por la calle en Nochevieja y el incremento del PIB nacional. ¿A que no vio usted serpentinas? Y de los hilánganos esos de colores que lo dejaban todo pringado, ¿cuántos vio este año?

Aquí está todo el mundo a la cuarta pregunta y no es plan de andar tirando lo que sea por la ventana. Ni petardos, ¿verdad? Sí, los chavales se los reservaron para esa noche y a otra cosa, mariposa. No como antes, que estaban dos semanas seguidas dale que te pego con las bombetas y la traca dando la matraca.

Ahora, que el mejor indicador navideño de la crisis son los paseantes. Mucha gente por la calle, venga a mirar escaparates, que le van a sacar brillo a los cristales con la nariz pegada, pero de comprar, ah, esa es otra historia. Gente con las manos vacías o con una bolsita a lo sumo, pero eso de los paquetones es que hasta nos parece de horteras y nuevos ricos. Lo que éramos.

Eso sí, ha sido cobrar la nómina de diciembre y no vea las colas que se formaron ayer lunes en los centros comerciales de la periferia. Del centro histórico, con su plan de tráfico a cuestas, mejor hablamos otro día.

javier.rubio@elmundo.es

4/01/11

Sálvame del Ateneo

(Los que de un oficio tratan, / ponen, señor, a las puertas / un escudo de sus armas; / trato en honor, y así pongo / mi mano en sangre bañada / a la puerta; que el honor / con sangre, señor, se lava.)

Va para veinticinco años que la polémica versión de El médico de su honra con que se estrenaba la Compañía Nacional de Teatro Clásico subió al escenario del Lope de Vega sevillano. Marsillach y Cytrynowski desnudaron la escena -unos bancos como de gimnasia sueca por toda escenografía- para que resplandeciera en toda su crudeza el drama del médico afrentado que le receta una sangría a su mujer creyéndola adúltera para lavar su honra. El caso es que la obra (celos, venganza, honor) se ha vuelto a poner en escena la semana pasada en versión libre con protagonistas tan sevillanos como la Doña Mencía calderoniana. Sólo que el presidente del Ateneo, Alberto Máximo Pérez Calero, no llega a la altura del zancajo a Marsillach y este nuevo El médico de su honra le ha salido hecho un churro abominable del que nada hay aprovechable.

La apresurada sinopsis del lamentable espectáculo sigue sólo en parte el drama original de Calderón de la Barca. Aquí también ha habido un médico deshonrado en público que prefiere desangrar a su mujer en castigo. ¿Quién ha dicho que los dramas de honor están pasados de moda? Si acaso, lo que enseña este chusco episodio es que se han puesto al día con ex jesuitas taxistas que cuelgan los hábitos antes y después de yacer con damas a las que brindan consuelo espiritual... y carnal, hijos que corren en socorro de la víctima añadiendo oprobio al oprobio, jueces que dan carpetazo a denuncias ignominiosas y vengativos truhanes que disfrutan arrastrando por el fango a quienes osaron torcerle el gesto. Y también miserables revestidos con ropajes que les vienen grandes a los que les flaquean las piernas y arrebatacapas de fortuna que pasaban por allí. Todo un repertorio de personajes de nuestro Siglo de Oro.

Sólo que en el presente no hay nada de ese metal noble refulgente y sí mucha basura. Al fin y al cabo, lo que representa el episodio del rey mago es la entronización de la vulgaridad y el chismorreo como valores supremos de la sociedad. Las habladurías que condenaron a Doña Mencía en el drama calderoniano están a la orden del día en programas televisivos cotidianos hasta haberse convertido en el ingrediente fundamental de la información local estos días.

Lo sorprendente, lo realmente llamativo del caso, es que todas esas miserias humanas de las que todos estamos bien surtidos han pasado a ventilarse en público en vez de en la intimidad de la mesa de camilla o -en el peor de los casos- entre las cuatro paredes de una casa en El Rocío, que la romería pentecostal siempre había sido ocasión propicia para revelaciones demoledoras sobre la honra de los romeros.

Antes al contrario, ahora se airean los trapos sucios con impudicia manifiesta en un enloquecido turno de réplicas y dúplicas que sólo el buen criterio del director del competidor Abc ha parado a tiempo. Es el formato Sálvame trasplantado a la vida de unas personas anónimas de cuya existencia y peripecias no conocía más que sucírculo íntimo.

Lo que augura ese modelo en el que la escalada de imprecaciones carece de fin y en el que la propia conciencia de lo que está bien y de lo que está mal se supedita en todo momento a los fines perseguidos es la degradación de la convivencia hasta extremos que ni somos capaces de imaginar. El affaire Wikileaks ha comprometido la libertad con que se habla en secreto en modo análogo a como va a comprometer la proyección pública en Sevilla el affaire Melchor.

Hoy como ayer, sólo hay que identificar cuáles son los delitos imprescriptibles sobre los que la sociedad no concede remisión posible para mancillar el honor de algún rival. En el Siglo de Oro, tal delito era el adulterio. Hoy, son los abusos sexuales a menores o la violencia llamada de género. Y acaso porque en Sevilla estén más vivos que en ninguna otra parte los estereotipos sociales (las convenciones establecidas, la buena reputación, las apariencias que hay que guardar) es por lo que este drama de celos y venganzas se ha cobrado o se va a cobrar tantas víctimas.

El propio presidente del Ateneo ha confesado que el caso deja «tocada» a la institución que dirige. Tal vez convendría empezar por desmontar la excesiva influencia social que le hemos dado al hecho de disfrazarse con unas barbas y tirar caramelos a diestro y siniestro durante horas en plena calle.

Dejémonos de sandeces: la cabalgata no es nada. La ilusión de los niños nada tiene que ver con este desfile de vanidades pregonado hasta la náusea como si fuera el mayor honor que puede recibir en vida un sevillano. No, ya está bien. ¿Quién nos va a salvar de tantos ateneos en los que se barniza las presuntuosas ínfulas de quienes no tienen otro marco donde destacar? Esa salvación se me antoja urgente.

javier.rubio@elmundo.es

03/01/2011