jueves, 3 de febrero de 2011

Lo que tenga que ser, que sea


NUNCA HA ENCERRADO tanta verdad como en los momentos actuales el remoquete con que se etiquetan los sondeos demoscópicos cuando se hacen pasar por información: «De celebrarse hoy las elecciones...» Justo eso: de celebrarse hoy las elecciones, nos ahorraríamos los cuatro meses que nos quedan por delante hasta la fecha en que se abran las urnas. Lo peor no es que cada día nos aseteen con una trochería del tamaño de la Catedral, sino la falta de pulso que se percibe en la ciudad. Ya saben: lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir. Debe de ser porque bicho malo nunca muere.

Visto el nivelito de la precampaña electoral, podríamos ahorrárnosla y además le ganábamos dinero: entre los bonobuses para los parados de Torrijos, las becas para los alumnos buenecitos de Espadas y los cheques escolares de Zoido, qué dineral nos va a costar la Alcaldía. Así que si este domingo, así a bote pronto, se convocaran las municipales, mejor para todos.

Uno no sabe si los sevillanos están sedientos de urnas, como propugnó Rajoy en su convención nacional de hace diez días, pero, desde luego, sí que están ayunos de gobierno. Ayunos de alguien que mande y se preocupe por la ciudad en vez de por su futuro como acaba de hacer Monteseirín con esa ectoplásmica fundación para conmemorar la primera circunnavegación terráquea ¡dentro de ocho años! Eso se llama ir con tiempo.

Lo que nos aguarda los próximos cuatro meses es más de lo mismo: un alcalde que no se termina de ir del todo y dos candidatos que todavía no han llegado. Si tiene que gobernar Zoido, cuanto antes. Y si los votos le dan a Espadas la suma de concejales para desplazar al vencedor en las urnas, pues adelante. Todo menos este marasmo en el que nadie toma una decisión para no comprometer a los suyos.

Lo que tenga que ser, que sea cuanto antes: cuánta palabrería insulsa nos ahorraríamos, cuánta promesa inalcanzable borraríamos de un plumazo, cuánta incertidumbre eliminaríamos. Empezando por la mentecatez de ese consejero que reclama la atención de la ministra de Economía para empezar una obra de su incumbencia. Como si en plena batalla cotidiana con los fondos soberanos, los inversores institucionales, los especuladores contra el bono, el FMI y la UE pudiera decirles Elena Salgado: «Un momento, por favor, que me llaman de Sevilla para arreglar lo de los terrenos de la Ciudad de la Justicia». Que el viento barra este légamo cuanto antes.

javier.rubio@elmundo.es

2/2/11

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