miércoles, 12 de enero de 2011

Indicadores navideños

¿A QUE RECIBIÓ usted menos mensajes SMS en su teléfono celular la pasada Nochevieja? Bueno, y de los que envió, ya ni hablamos: al jefe de la oficina, por quedar bien; al primo sordo que nunca se entera de que lo están llamando; y a ese amigo inasequible al desaliento que sigue felicitando el Año Nuevo a las 8.30 de la mañana del día 31. Y ese último no cuenta, porque fue devolución de mensaje. Ah, qué tiempos aquellos en que te llegaban aquellas retahílas a cual más borde o más malage o más larga, hala y venga a reenviar, a todos los contactos de la agenda… y al resto de comensales para compartir la gracia… Pero eso se acabó.

Vamos que si se acabó. ¿Y los anuncios de turrones? ¿Dónde han ido a parar? ¡El lobo, qué buen turrón! Joé, pues lo habrán matado en una batida porque no hay rastro del lobo ni del que lo cazó. Y quien dice turrones, dice mazapanes o mantecados. Nada. Cómo será la cosa que el Papá Noel se ha quedado con tres pares… de gafas.

Hay más indicadores de la tiesura navideña, no se crean. Vamos a ver, el día de Año Nuevo, cómo estaba su calle de sucia. Porque aquí si no se ensucia parece que no estamos contentos. Pero, bueno, vale también. Seguro que hay algún economista indio o chino residente en los Estados Unidos que está dándole vueltas a la relación inversamente proporcional entre los metros de serpentinas tirados por la calle en Nochevieja y el incremento del PIB nacional. ¿A que no vio usted serpentinas? Y de los hilánganos esos de colores que lo dejaban todo pringado, ¿cuántos vio este año?

Aquí está todo el mundo a la cuarta pregunta y no es plan de andar tirando lo que sea por la ventana. Ni petardos, ¿verdad? Sí, los chavales se los reservaron para esa noche y a otra cosa, mariposa. No como antes, que estaban dos semanas seguidas dale que te pego con las bombetas y la traca dando la matraca.

Ahora, que el mejor indicador navideño de la crisis son los paseantes. Mucha gente por la calle, venga a mirar escaparates, que le van a sacar brillo a los cristales con la nariz pegada, pero de comprar, ah, esa es otra historia. Gente con las manos vacías o con una bolsita a lo sumo, pero eso de los paquetones es que hasta nos parece de horteras y nuevos ricos. Lo que éramos.

Eso sí, ha sido cobrar la nómina de diciembre y no vea las colas que se formaron ayer lunes en los centros comerciales de la periferia. Del centro histórico, con su plan de tráfico a cuestas, mejor hablamos otro día.

javier.rubio@elmundo.es

4/01/11

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