martes, 23 de febrero de 2010

Abstinencia y cambio climático

LOS OBISPOS anglicanos tienen una manera de estar en el mundo que le da veinte vueltas a los de la Única y Verdadera, para qué vamos a decir lo contrario. Lo que en nuestro monseñor Asenjo es «oración, ayuno y limosna» para la Cuaresma, en la conferencia episcopal anglicana es recorte de emisiones de dióxido de carbono, uno de los gases culpables del efecto invernadero asociado con el cambio del clima por razones antrópicas.

Lo que propugnan los pastores de la Iglesia británica es una receta muy fácil que resulta tanto para la Cuaresma como para el resto del año: reducir la ingesta de carne, desmenuzar en trozos más pequeños la verdura para que necesiten de menos calor al cocer y limitar el uso de los teléfonos móviles y televisores. O sea, que es lo mismo de siempre pero puesto al día. Aggiornado, que era la palabra clave por aquellos días del concilio.

Vayamos por partes con las recomendaciones de los prelados. Lo de la carne resulta evidente todavía en un puñadito de bares que recuerdan la vigencia de la abstinencia de carne los viernes de Cuaresma entre otras fechas señaladas del calendario litúrgico, pero lo de las verduras desmenuzadas es genuinamente british. A ver cómo iba a preparar esta pobre gente un plato de espinacas como Dios manda. O les quedan demasiado blandos los garbanzos o no se les termina de consumir el caldo: un desastre, vamos. No sólo para la atmósfera con la emisión de unos gramos más o menos de anhídrido carbónico, sino para el paladar aun de los más acostumbrados a los comistrajos de los pubs.

Más complicado parece lo de los móviles, puesto que prescindir de la televisión es incluso una medida de higiene mental de la que convendría echar mano mucho más a menudo. El obispo de Oxford, John Pritchard, ha dicho que a él también le costará dejar de usar la blackberry por unos días, «pero renunciar a la tecnología es una manera más seria de pensar en los problemas que afrontamos como la comunidad global que somos».

Esto último suena ya al Poverello de Asís, con la hermana lluvia y el hermano lobo, no el de Chumy Chúmez «dentro de lo que cabe», sino del salvaje cuyo hábitat natural corre grave riesgo de desaparecer si los fieles no se abstienen de comer carne, no trocean más las verduritas antes de echarlas a la olla y no apagan el teléfono.
Verás cuando los obispos anglicanos caigan en la cuenta de la razzia al banco pesquero de Escocia, que cae en su jurisdicción, con la de bacalao que nos traemos para comérnoslo con tomate.

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