lunes, 15 de febrero de 2010

Fin de la primera parte

LAS NAZARENAS podrán salir al fin en el Gran Poder... sin necesidad de esconderse bajo el antifaz de penitente como, de hecho, ha venido sucediendo desde que el mundo es mundo. Fin de la primera parte. Monseñor Asenjo y su experto en Derecho Canónico quieren atar cuanto antes los cabos que Amigo dejó sueltos: la Iglesia tiene su propio tempo, que nos supera a todos porque para eso administran el acceso a la eternidad.

Se acabó lo que se daba. Las tres que todavía se resisten a incorporar nazarenas saben que es inútil frenar la corriente y esta riada que se remansaba, por aclamación y entre ovaciones, en la basílica el miércoles hace mucho que se llevó por delante cuantos diques de contención se intentaron levantar.

La votación en cabildo de la otra noche ni generó resistencias ni suscitó interés. Con eso está dicho todo. El asunto está tan amortizado en la opinión pública, es tan de dominio general que las mujeres pueden salir de nazarenas que ya ni se discute. Ninguna televisión nacional, que tan dadas son a exacerbar las contradicciones internas de nuestras hermandades y cofradías, se ha inmutado. En Madrid no se han enterado de que al Gran Poder lo acompañarán nazarenas este año.

Qué distinto de cuando la Macarena pasó por el mismo trance. Entonces había expectación, controversia, pugna dialéctica entre los que estaban a favor y los que se mostraban en contra. Y estaba garantizada la repercusión informativa.

Aquel día (4 de marzo de 2001) comenzó a escribirse el capítulo que ahora cierra el Gran Poder. Claro está que antes hubo sus preámbulos, que no pasaban de ser una nota simpática y hasta llamativa en aquellas niñas de la Candelaria o San Esteban que los fotógrafos de prensa perseguían en los momentos previos a la salida procesional para escándalo de los más ortodoxos. Y naturalmente que aún queda el epílogo de la Quinta Angustia, el Santo Entierro y el Silencio, que justamente mandará callar escribiendo la última palabra. Pero fue la Macarena la que abrió la brecha definitiva.

En estos nueve años, las cosas han cambiado una barbaridad, que diría un castizo. Las mujeres ya tienen reconocido su derecho y la sociedad sevillana lo tiene más que asumido. Fin de la primera parte.

Hasta llegar a la reverenda predicadora de la función principal de instituto todavía le quedan a esta novela colectiva muchos episodios. ¿Por dónde se abrirá el siguiente capítulo? ¿Por una pregonera, por las costaleras, por las acólitas? Esto no ha hecho más que empezar.

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