viernes, 12 de febrero de 2010

El emporio de riqueza no se ve

ASTILLEROS LLEVA tanto tiempo muriéndose y volviendo a la vida que ya no sorprende a nadie; es su estado natural: primero agoniza, boquea y antes de expirar el último suspiro, alguien conecta la empresa al respirador artificial y toma oxígeno por cuenta del contribuyente. Son tantas las peripecias por las que ha pasado la factoría naval sevillana que la última discurre en medio de la abulia de la ciudadanía, demasiado acostumbrada a las voces de alerta de que la supervivencia de los astilleros está seriamente comprometida.

Y, sin embargo, esta vez va más en serio que nunca el riesgo cierto de que se acabe para siempre con la actividad industrial en torno a la construcción de buques.
El experimento que se sacó de la manga el Gobierno cuando privatizó los astilleros ha resultado ser un desastre y la compañía está ahora peor que antes. De los tres barcos actualmente en gradas, los armadores de dos de ellos se han echado para atrás y piden la rescisión del contrato y la devolución del dinero adelantado para la construcción de dos de los buques encargados: 67 milones de euros en total.

Los sindicatos, que saben tela de amagar, creen que todo obedece a una estrategia de las navieras para abaratar el precio final de los barcos apretando a quien ha incumplido flagrantemente los plazos: el transbordador de Viking Line debía estar listo para mediados de 2009 y estamos en febrero de 2010 y a su construcción todavía le falta un 40% más o menos. Puede que sea cierto y que todo se trate de una estratagema para pescar en el río revuelto del astillero sevillano, sin dirección y sin rumbo, pero son tantas las oportunidades perdidas que ya no hay margen para enmendar los errores del pasado. Empezando, claro está, por el de fundar aquí la factoría naval.

Este párrafo del discurso con el que Franco inauguró los astilleros sevillanos el 24 de abril de 1956 lo dice todo: «Sevilla no se ha apercibido, ni siquiera los más entusiastas sevillanos, de que su capital está llamada a ser un verdadero emporio de riqueza, seguramente de los más importantes de la Europa occidental. La naturaleza la dotó de todos los dones, y, sin embargo, Sevilla vivía dormida desde hace algunas generaciones, de espaldas a sus tradiciones marineras, cuando construía barcos y armaba escuadras, para acabar mirándose sólo en su hermosa y rica campiña». Medio siglo después, el «emporio de riqueza» no se ve por ninguna parte y el astillero está en un tris de hundirse del todo. Sólo en una cosa acertó el Generalísimo: Sevilla sigue dormida varias generaciones después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario