miércoles, 3 de febrero de 2010

El compadreo hispalense

«CÓMO LE VAMOS a hacer eso a Alfonso, con lo bien que se ha portado siempre con todos. Si nunca ha faltado ni gloria bendita en su caseta, que el hombre se desvivía por atender a todo el mundo, y ahora van a venir éstos a escarbar que si se la ha quedado, que si era de UGT, que si de las limpiadoras. ¿Sabes lo que te digo? Que la caseta es del que paga el jamón y las gambas, ea».

«Ya, hombre, pero es que queda feo, ¿no? Te aprovechas de una caseta que monta el Ayuntamiento y acabas quedándotela tú. Eso no está bonito».

«Bueno, vale, pero eso lo ha hecho todo el mundo. Vamos, todo el que conoce a Rafael, pues alguna vez le ha dicho ‘hombre, a ver si me la cambias de sitio’ o ‘tú que tienes mano dentro, ¿no hay una por ahí que me podáis dar?’ Y Rafael, pues qué va a hacer. Si esto siempre se ha hecho... antes y ahora... y se va a seguir haciendo, eh, no te creas que esto se va a acabar aquí... ¿sabes? Que el que no tiene padrino, no se bautiza».

«Si lo entiendo, sí. Pero que venga ahora Rosamar con lo del ‘error mecánico’ como si fuera un fallo de la transmisión o de las bujías, pues no sé, chico, es que vaya papelón, ¿no? Y el otro Alfonso, venga a darse abrazos y a posar... anda que va para alcalde el muchacho...»

«A ver, qué va a hacer el hombre... A un socio de caseta no lo va a dejar en la estacada, ¿no te parece? Además, por ahí ha pasado todo el mundo y convidado a todo plan, eh. O qué te crees, ¿que había vales para pagar las consumiciones? Vamos, no me seas iluso. Lo que hiciera falta, gloria bendita. Y negocios, eh, que también se han cerrado muchos tratos allí. Ya sabes: ‘A ti quería yo verte, Manolo, que estoy aquí hablando con Luis una idea que estamos fraguando sobre la marcha... oye, el aprovechamiento máximo de los suelos, ¿cuál puede ser? Es que estamos aquí entre copitas dándole vueltas...’»

«Sí, claro, y el otro que les diría ‘Fernando, deja de trabajar, joé. Esto lo discutimos el martes, después de la Feria, en la Cartuja y ya le buscamos un encaje. Ahora pásame el plato de gambas, que están de miedo, me tienes que decir quién te las sirve tan estupendas’».

«Pues sí, oye, así son las cosas. Vamos a ver, tú cómo crees que se hacen aquí los negocios. Pues te haces el encontradizo con uno en la caseta de un conocido, pegas la hebra y ya de ahí sale un acuerdo de palabra entre caballeros que va a misa. A ver, si es nuestra cultura empresarial».
«Ya, ya me hago cargo del compadreo. Y así nos va, desde luego».

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